19/5/10

Las Naciones Unidas y el Crimen Organizado Transnacional

Compartimos el trabajo realizado por Sofía Pérez Hilero y Julieta Caraballo sobre el texto de Phil Williams y Ernesto Savona y que fue presentado en clase.

Introducción

Las amenazas a la seguridad internacional durante los ’90 son menos directas y apocalípticas que las que sucedieron durante la Guerra Fría, pero también son más difusas y desleales. Durante los últimos años la comunidad internacional experimentó un número creciente de agitaciones, cambios geopolíticos y reestructuraciones tecnológicas; lo cual ha llevado a los países a enfrentarse con una diversidad de desafíos. En dicho contexto, el Crimen Organizado Transnacional emergió como una de las amenazas más serias a la comunidad internacional, con capacidad para expandir sus actividades y para captar la seguridad y la economía tanto de los países en vías de desarrollo y como de aquellos en transición.
Como afirma Tokatlián, hoy se dan las condiciones necesarias para poder definir al Crimen Organizado Transnacional, tales como: la demanda global de productos prohibídos, la existencia del capitalismo desregulado que permite la oferta libre de bienes y servicios, la búsqueda de la maximización de oportunidades y la minimización del law enforcement por parte de las redes criminales (que “deslocalizan” su producción y se ubican donde más les conviene), y la entrada del crimen organizado, no sólo en el mundo de lo lícito del mercado, sino también al sector público.
Así, las organizaciones criminales llevan adelante sus actividades en, lo que para ellos es, un mundo sin fronteras. El personal criminal y el “dinero caliente” tienen una movilidad sin precedentes y encuentran asilo en redes étnicas transnacionales que son difíciles de penetrar por el derecho doméstico. Basicamente su modus operandi incluye operaciones que niegan el monopolio legítimo de la fuerza del Estado, corrompen las instituciones, maltratan la integridad de los sectores financiero y económico de la sociedad, e ignoran o infringen normas y convenciones legales y sociales a nivel nacional e internacional.
Como resultado, logran acumular gran cantidad de poder y riqueza que a veces supera incluso a la de los propios gobiernos. Precisamente, el “producto bruto criminal” asciende a 800.000 millones de dólares y equivale al 15% del comercio lícito mundial. Sólo la economía de la droga representa el 8% del comercio mundial”. Esto demuestra que el Crimen Organizado como actividad económica es una de las que más ha prosperado en las dos últimas décadas de globalización.

Peligros y problemas planteados por el Crimen Organizado Transnacional
La comunidad internacional fue lenta a la hora de llegar a un acuerdo respecto a los nuevos desafíos implantados por el crimen organizado transnacional organizado. Una importante iniciativa para darle público conocimiento a esta amenaza fue la Conferencia Ministerial Mundial sobre la delincuencia organizada transnacional llevada a cabo en Nápoles del 21 al 23 de Noviembre de 1994, convocada por las Naciones Unidas para discutir los peligros del crimen organizado transnacional y para identificar varias formas de cooperación internacional, para su prevención y control. Ésta culminó con una declaración política y una acción penal diseñada para prevenir y controlar actividades criminales transfronterizas. Propuso la siguiente definición: “Se entiende por grupo delictivo organizado a un grupo estructurado, existente durante un período de tiempo y que tenga por fin la comisión de un delito transnacional grave mediante la acción concertada, utilizando la intimidación, la violencia, la corrupción u otros medios para obtener, directa o indirectamente, un beneficio económico u otro beneficio de orden material".
De lo dicho hasta ahora se deben destacar dos puntos importantes, por un lado, la dimensión transnacional de esta actividad, lo cual implica que se comete en más de un Estado, o que cometiéndose en un solo Estado su preparación, planificación, dirección o control se hace en otros; entraña la participación de un grupo delictivo que tiene actividad en más de un Estado; o tiene efectos sustanciales en otros Estados. Y, por otro lado, el gran impacto que causan estos negocios ilegales en la economía mundial. Las ganancias generadas por estas actividades representan el 4% del PBI mundial, según Antonini. Esto trae como consecuencia un aumento de la capacidad de corromper y cooptar los sistemas de gobierno y una necesidad cada vez mayor de legitimación de las ganancias generadas ilegalmente a través de operaciones de lavado de dinero. Por lo tanto, la proliferación del crimen transnacional provoca principalmente una distorsión de la economía formal.
Se considera que las personas que participan de organizaciones criminales se asocian con el propósito de comprometerse con la actividad criminal. Sus fuerzas separadas derivan de una misma consideración fundamental que los gobierna y une: la necesidad de mantener y extender la participación de cada uno en el mercado. A modo de ejemplo, entre los principales agentes que hoy podemos encontrar se encuentran la Mafia italiana; la Mafia rusa; la Mafia israelí; el crimen organizado en Korea; los cárteles colombianos; las Triadas (China); Yakuza (Japón); los cárteles mexicanos; los Maras (pandilla), entre otros. Entre los movimientos ilegales que éstos pueden llegar a desarrollar podemos enumerar el tráfico de drogas, el tráfico de armas, el tráfico de personas, el tráfico de órganos humanos, el lavado de dinero, el tráfico de tecnología y material nuclear, químico y bacteriológico.Estos grupos, que logran permanecer en el tiempo, se caracterizan por utilizar la fuerza o la amenaza de fuerza, por carecer de un interés político propio y por poseer como principal objetivo la obtención de beneficios económicos, lo cual los diferencia de las organizaciones extremistas, guerrilleras o terroristas. Poseen además una estructura jerárquica interna así como una especialización entre los miembros del grupo, e incluso, algunos, hasta un código secreto.
Las actividades de estos grupos requieren, a su vez, de un grado significativo de cooperación y organización para proveer bienes y servicios ilícitos. Como cualquier negocio, el negocio del crimen requiere de habilidades empresariales, especialización considerable y capacidad de coordinación, y todo esto sumando al uso de la violencia y la corrupción, que son tácticas a las que dichos grupos recurren para facilitar la conducción de las actividades, para su propia protección, para lograr la resolución de conflictos y facilitar los negocios ilícitos. Sin embargo, en lugar de parecerse a una estructura corporativa formal, el crimen organizado se parece a una red social de intercambio en la comunidad.

Respuestas de la Comunidad Internacional frente al Crimen Organizado
El estado del conocimiento acerca del crimen organizado permite identificar temas clave a estudiar. En primer lugar, está claro que el problema es global y que ningún Estado o región es inmune. Ciertas investigaciones han revelado que las organizaciones tienen estructuras diferentes, variando su énfasis en el crimen y su modus operandi, pero al mismo tiempo cada vez hay más vínculos e iniciativas conjuntas entre estos grupos. En segundo lugar, sería un grave error subestimar las capacidades de estas organizaciones. El crimen organizado sufrió una transformación y ya no puede ser entendido como un fenómeno local o nacional.
En tercer lugar, los grupos de crimen organizado pueden variar considerablemente. Igualmente, el estudio del problema y la elaboración de políticas y estrategias deben tener siempre en cuenta las características comunes y los vínculos entre los grupos, en sus operaciones a través de las fronteras.
Se argumenta que éstos tienden a tener un tamaño pequeño, una naturaleza fluida y un oportunismo considerable. Así, el tamaño y el grado de estructura formal proveen dos dimensiones a través de las cuales los grupos pueden ser comparados e identificados, examinadas sus fuerzas y debilidades y divisadas ciertas tácticas defensivas por parte de agencias de gobierno y justicia. También se debe considerar el campo de acción de las actividades criminales, ya que algunos grupos focalizan en un tipo de actividad y otros en un rango más amplio de actividades criminales.
Para responder adecuadamente a los problemas sociales, políticos y económicos planteados por el crimen organizado, se requiere de un entendimiento claro de sus raíces, su naturaleza y la probabilidad de éxito de sus esfuerzos. Sin comprender bien el problema y sus amenazas no va a haber soluciones. Tampoco se deben subestimar las capacidades del adversario para poder evaluar sus fortalezas y debilidades.
Naim propone centrarse en el hecho de que lo que impulsa el comercio ilícito no es la inmoralidad de los criminales sino las elevadas ganancias que pueden percibir, que el Crimen Organizado es un fenómeno político, porque es necesaria la cooptación del sistema para el éxito de las actividades ilícitas, y porque las medidas para combatirlo son medidas políticas, que tiene más que ver con las transacciones que se realizan que con los productos que se comercian. Es importante ver los diversos componentes del crimen trasnacional en función del papel que representan en la cadena de valor y no por el tipo de producto traficado. Advierte también que amenaza del comercio ilícito atañe la acción coordinada y conjunta de todos los actores sociales, y que los gobiernos no pueden actuar solos frente a esta amenaza pero son necesarios para el combate de la misma: otorgan presupuestos, misión y ámbito de acción a determinados organismos públicos que pueden combatir la amenaza.
Lo importante, según Naim es, entonces, tener objetivos realistas y menos ambiciosos en la lucha contra lo ilícito. Es necesario tomar medidas de liberalización de ciertos crímenes transnacionales cuando estas medidas reduzcan el valor o la ganancia para los traficantes y al mismo tiempo reduzcan el daño para la sociedad. Asimismo, es necesaria la acción y cooperación multilateral selectiva y efectiva.

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