2/7/10

CONFERENCIA DE CASTELLS

El lunes pasado estuve en la conferencia de Manuel Castells en Fundación OSDE. Transcribo algunos highlights, dejo el link a la gacetilla (hacer click sobre el título del post) y para el que quiera saber más: a leer el nuevo libro COMUNICACIÓN Y PODER (va a ser editado en breve por s. XXI).
Castells comenzó exponiendo el desarrollo de los medios de comunicación de masas -los tradicionales: prensa, tele, radio; de uno hacia muchos con un mensaje indiferenciado y con una enorme cuota de poder en manos de los dueños de los multimedios- y cómo éstos influyeron en la transformación de la comunicación política y de la política en sí. Básicamente, él postula que los medios marcan tiempos, formas y modos de comunicar a los que la política (candidatos y partidos) debieron ajustarse, ya que los medios eran el vehículo para llegar a la ciudadanía masivamente. La limitación mediática determinó que la comunicación política se resumiera en la comunicación de una persona: el candidato. Su figura era lo único que se terminaba proponiendo y, en definitiva, la ciudadanía adhería o no a una persona (más allá de que después pudiéramos discutir acerca del partido, la plataforma, las propuestas, etc). ¿Y qué de esa persona era lo que nos motivaba a elegirlo por sobre otros? Su credibilidad: si confíabamos en esa persona, si su reputación nos parecía aceptable, si creíamos en lo que nos decía, lo íbamos a elegir.
Entonces, la ecuación de la comunicación política de masas era: MEDIOS - PERSONA/CANDIDATO - CONFIANZA. Así de simple.
Ahora bien, como el valor central era la confianza; la manera de competir de los partidos / candidatos comenzó a centrarse cada vez más en la destrucción de la credibilidad del otro. De hecho, Castells tipifica a la manera de hacer política que surge como la POLÍTICA DEL ESCÁNDALO. Son las viejas y conocidas campañas negativas, donde los candidatos se acusan mutuamente y tratan de sacar los "trapitos sucios" de los otros al sol. Castells comentó la industria que ha surgido en Estados Unidos de agencias de investigación que se dedican precisamente a esto: a encontrar los esqueletos en el ropero de los políticos y vendérselos a sus opositores para que hagan campaña negativa.
Lo interesante, decía Castells, es que SIEMPRE algo se encuentra. Porque, más allá de que el candidato en sí puede ser una persona recta, sin escándalos morales, que no tiene empleados contratados en negro (recordó casos de aspirantes a ministros en USA que fueron vetados por tener personal doméstico indocumentado, por ejemplo), que aparentemente no está metido en 'chanchullos'; como la política mediática es tan cara y la financiación legal siempre es insuficiente, todos los partidos (y remarcó TODOS, sin excepción, salvo en los países nórdicos) recurren a la financiación ilegal -de una u otra manera-. O sea, que como dirían los españoles: "allí siempre hay tomate".
Consecuencias de la política del escándalo. Don Castells distinguió dos niveles. En el nivel inmediato, el impacto es incierto: hay escándalo para todos, los escándalos se rutinizan y la ciudadanía puede prestarles más o menos atención; más allá de eso, la creencia popular -a partir de las encuestas que él realizó- es que "si todos son igual de malos, por lo menos me quedo con el mío que será malo pero me cae simpático"... por estas latitudes lo llamábamos "roba pero hace". En un segundo nivel el impacto de la política del escándalo es corrosivo e indiscutible: mina la credibilidad de todos los candidatos, todos los partidos, todas las instituciones y llega a provocar el cuestionamiento del sistema democrático en si mismo.
Ahora bien, ése era el panorama hasta la difusión de lo que llamamos la web 2.0 (social media, redes sociales, blogs, etc) y la telefonía móvil con acceso a Internet. Castells presentó -como suele hacer- una nutrida cantidad de estadísticas para probar que prácticamente todo el mundo -restando los bebés- cuenta con un celular y que progresivamente éstos van a traer incorporada la función de conectividad web. También presentó datos interesantes acerca del uso de redes sociales (nota de color: Castells comentó que Twitter es la red que más está creciendo pero donde menos permanece la gente; su reflexión fue: para convocar a la revolución se usa Twitter, para explicar las ideas revolucionarias se usa Facebook).
Números más, números menos, lo que provoca la web 2.0 es el surgimiento de lo que Castells llama la AUTOCOMUNICACIÓN DE MASAS. Es decir, la posibilidad de comunicar de muchos a muchos y de que cada uno elija (por eso lo de AUTO) qué va a transmitir, qué va a "consumir", cómo lo va a hacer (en tiempo real, en diferido, de la fuente original, de una fuente secundaria), si lo va a compartir, si va a interactuar, etc. Esta autocomunicación compite cada vez más de igual a igual con los medios tradicionales y además permite que la ciudadanía se organice en torno a intereses (dio el ejemplo del movimiento social ecologista) y construya un espacio de acción política alternativo que podría permitir la revitalización de las instituciones desde otro lugar.

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