18/5/09

Ficha 15: Introducción a la Economía Global

1. Introducción

El fin de la Guerra Fría no sólo coincide con importantísimos cambios a nivel de la distribución del poder político y militar en el mundo, sino que también, por esta misma época, comienza a hacerse evidente que la economía ha adquirido nuevos rasgos. La globalización, en tanto nuevo sistema o nuevo paradigma, se manifiesta particularmente en el ámbito económico (producción, comercio, finanzas, desarrollo), algo en lo que coinciden los distintos enfoques o escuelas que estudian el fenómeno.

La Unidad III explorará las distintas facetas del fenómeno, comenzando con una descripción de la estructura económica actual, analizando el régimen de comercio internacional y sus principales temas, repasando los desafíos en materia financiera y concluyendo con dos temas muy vinculados al concepto de sustentabilidad: el desarrollo y la energía. En esta ficha nos focalizaremos en el análisis de la estructura económica global actual, incorporando diferentes enfoques.


2. Virtual vs. real

Durante gran parte del s. XX, al pensar en economía automáticamente nos enfocábamos en la producción y el comercio de bienes (ya sea materias primas o manufacturas) tangibles. Tal es así que, por ejemplo, los acuerdos del GATT (General Agreement on Trade and Tariffs) únicamente se ocupaban de la liberalización del comercio internacional de bienes, nada decían acerca de los servicios. En cuanto a los flujos financieros, éstos se pensaban como un complemento natural del comercio de bienes (divisas necesarias para adquirir bienes importados) y el principal tema era cómo garantizar la estabilidad de los tipos de cambios y cómo asegurar un patrón para su convertibilidad.

A partir de la década del ’70 comienza a perfilarse un cambio importante. La dimensión virtual de la economía (servicios y finanzas) cobra cada vez más importancia en estrecha vinculación con los desarrollos tecnológicos. Como sostiene el economista argentino Aldo FERRER: “La globalización virtual abarca, por un lado, los extraordinarios avances en el procesamiento y la transmisión de la información y, por el otro, la esfera financiera. Esta última, tal cual la conocemos ahora, es un fenómeno esencialmente contemporáneo. En el pasado, las finanzas internacionales promovieron y acompañaron, no sin sobresaltos pasajeros y con algunos extraordinarios episodios especulativos, el crecimiento de la economía mundial. En el presente, la globalización financiera se ha convertido en un fenómeno en gran medida autónomo y de una dimensión y escala desconocidos”.[1] En la ficha de análisis de las finanzas globales analizaremos con más profundidad este fenómeno novedoso que determina un mayor crecimiento de la actividad financiera por sobre la economía real, y nuevas posibilidades de generar ganancias arbitrando diferencias entre monedas, tasas de interés y otros activos de inversión.

El otro componente de la economía virtual, los servicios asociados a tecnología, están vinculados con el concepto de “economía de la información / informacional”, “economía post-industrial” o “economía del conocimiento”. Como afirma CASTELLS, hablamos de economía informacional porque “la productividad y competitividad de las unidades o agentes en este sistema (sean empresas, regiones o naciones) depende fundamentalmente de su capacidad para generar, procesar y aplicar eficientemente información basada en conocimiento”[2]. Si a partir de la revolución industrial la clave para generar riqueza estaba dada por el incremento de productividad vía la incorporación de capital; actualmente la productividad está determinada en gran medida por la capacidad de producir y aplicar información a través de tecnologías de la información y la comunicación. El nuevo paradigma tecnológico convierte a la información en un producto del proceso productivo (pensemos por ejemplo en las organizaciones que se dedican a producir informes sobre riesgos de inversión y que lo venden a otras organizaciones o particulares que lo utilizan como insumo para decidir los destinos de sus inversiones) o en un input fundamental para este proceso (pensemos en cómo las empresas recurren a estudios de mercado para terminar de configurar los productos o servicios que van a lanzar al mercado, o cómo descansan en actividades de data-mining para incrementar la efectividad de sus procesos de comercialización).

Este avance de la “virtualidad” cambia fundamentalmente nuestras ideas acerca de qué se produce, cómo se produce, qué se comercializa, cómo se comercializa, qué es la riqueza y cómo puede incrementarse. Inmediatamente, esto nos lleva a repensar conceptos establecidos acerca de qué competencias, habilidades o ventajas competitivas requieren los individuos y las naciones para insertarse en esta economía con éxito; quiénes serán los ganadores o perdedores del nuevo sistema; qué obstáculos existen para la producción y el comercio; cómo deben adaptarse los regímenes existentes para gobernar más efectivamente este nuevo paradigma.


3. Deslocalización y globalización

Junto con la “virtualidad”, la “deslocalización” es uno de los rasgos fundamentales que caracteriza al actual sistema económico. Los avances en tecnologías de la comunicación y transporte han determinado que la unidad de producción y comercialización pueda ser el mundo entero[3]; es decir, las empresas ya no se encuentran limitadas por su ubicación geográfica, ya que lo que producen en una determinada jurisdicción pueden comercializarlo en cualquier otra. El potencial para ampliar mercados es mayúsculo. Por otra parte, el proceso productivo mismo se libera de las “cadenas” de las fronteras y puede fraccionarse y reubicarse en diferentes jurisdicciones, aprovechando las condiciones más ventajosas de cada una de ellas. Castells lo simplifica de la siguiente manera: “las actividades centrales de producción, consumo y circulación, al igual que sus componentes (capital, trabajo, materias primas, management, información, tecnología y mercados) están organizadas a escala global”.[4]

Lo anterior explica que el principal actor de la economía global, la empresa, haya adaptado su estructura organizativa y su cultura al trabajo en red, dejando atrás el modelo de la multinacinal que replicaba la estructura de su casa matriz en cada una de las filiales. Las empresas transnacionales o red ocupan un lugar fundamental en la actual economía global, ya que el grueso de los intercambios internacionales se producen entre oficinas o plantas de una misma empresa ubicadas en diferentes países.

Esta realidad no sólo plantea cuestiones con respecto a los regímenes de gobernanza del comercio, las finanzas y el trabajo a nivel global; sino que también presiona a los gobiernos nacionales para adoptar nuevos roles. Teniendo en cuenta que las empresas han adquirido un nivel de movilidad nunca antes visto y que el principal objetivo económico de los Estados Nación ha sido maximizar la competitividad[5] de sus economías; es obvio que el nuevo contexto coloca restricciones e incentivos a las políticas monetarias, cambiarias, fiscales y sociales. Las decisiones de política que impacten sobre los derechos, la ganancia esperada o la estructura de costos de las empresas (por ejemplo, un incremento de las cargas sociales sobre el trabajo registrado o un incremento en las tasas del impuesto a las ganancias), puede motivar el traslado de una planta u oficina de un país a otro con condiciones más ventajosas. En los ’70 esto se hizo evidente con la reestructuración y el desmantelamiento de varios Estados de Bienestar, así como con la apertura, liberalización y desregulación de sectores clave de la economía. A los países en desarrollo, esta tendencia los alcanzó dos décadas más tarde (’90). Pero esta “deconstrucción” generó nuevos desafíos (inestabilidad interna, contagio de crisis internacionales, etc).[6]


4. El consenso de Washington y el disenso post Washington

Entre las adaptaciones realizadas por los gobiernos para ajustarse a los requerimientos de la nueva economía global, entre mediados de los ’80 y la década del ’90 tuvo mucha relevancia un conjunto de recomendaciones de políticas conocidas genéricamente como “el Consenso de Washington”. Se trataba de una lista de medidas sugeridas por los organismos financieros internacionales a los países en desarrollo que solicitaban asistencia y que, con el correr del tiempo y sus diferentes casos de aplicación, fueron objeto de un gran rechazo por parte de la sociedad civil, sindicatos, partidos opositores, etc. quienes las calificaban de “neoliberales” o “de ajuste”.

Históricamente, el consenso surge a partir de un seminario que se organiza en 1989 en Washington para analizar la situación de los países latinoamericanos después de la crisis de la deuda de los ’80. Incluye a funcionarios de organismos norteamericanos e internacionales, académicos y políticos de diferentes países (incluidos los latinos), quienes debaten los problemas de la región y consensúan una lista de políticas recomendables. El economista John Williamson preparó un paper para este seminario llamado “What Washington Means by Policy Reform” que fue el borrador, por llamarlo de alguna manera, de lo que luego se conocería como el Consenso de Washington. Aunque cabe aclarar, como hace el mismo Williamson[7], que la palabra consenso es un tanto forzada y mejor sería hablar de “convergencia”.

El paper resumía la visión de los acreedores de los países latinoamericanos que reclamaban que los gobiernos asumieran su responsabilidad e introdujeran determinadas medidas económicas (consideradas apropiadas) para estar en condiciones de repagar la deuda y quebrar el ciclo de endeudamiento y crisis. Esto se resumía, básicamente, a 10 instrumentos de política que no precisaban secuencia ni manera de aplicación; era una propuesta teórica independiente de las realidades nacionales y las circunstancias particulares (aunque luego no fue así como se la consideró):
1. Disciplina fiscal. Existen distintas versiones con respecto a este instrumento, ya que para algunos implica déficit cero mientras que para otros el déficit es aceptable mientras sea proporcional a ciertos indicadores de producto y deuda y se utilice para determinado tipo de inversiones (por ejemplo infraestructura en lugar de clientelismo, campañas electoraleso gasto militar).
2. Reformular las prioridades del gasto público. Para controlar el déficit fiscal hay dos medidas principales: cobrar más impuestos o bajar el gasto. La administración Reagan favorecía el segundo enfoque y priorizaba ciertos tipos de gasto público, mientras que consideraba que otros debían eliminarse (subsidios indiscriminados, gastos superfluos en educación y salud –es decir todo aquello que no se oriente a asistir a los menos aventajados y pueda ser dejado en manos del mercado para que paguen por estos bienes y servicios quienes tengan capacidad-, e inversión pública entendida como empresas estatales que podrían ser privatizadas).
3. Reforma impositiva. Pese a lo dicho en el punto anterior, era necesario alterar la estructura impositiva existente con dos objetivos: ampliar la base imponible (eliminar exenciones injustificadas) y elevar algunas tasas.
4. Tasas de interés fijadas por el mercado. En la experiencia latinoamericana, las tasas de interés reguladas tendían a rezagarse en relación a la inflación, incentivando el endeudamiento y dificultando la operatoria financiera.
5. Tipos de cambio competitivos. Nuevamente, en la experiencia latinoamericana los tipos de interés fijos o regulados tendían a perjudicar la capacidad exportadora de los países. El equilibrio de la balanza de pagos debía alcanzarse por un crecimiento de las exportaciones en lugar de una sustitución de importanciones.
6. Apertura de la política comercial. Esto significa una liberalización de las importaciones para que compitan directamente con la industria nacional y la fuercen a adaptarse (con algunas excepciones justificables).
7. Promoción de la inversión extranjera directa. El “consenso” original no favorecía la liberalización indiscriminada de las finanzas; de hecho, no recomendaba apertura total a flujos de corto plazo, aunque sí incentivaba activamente la IED.
8. Privatizaciones.
9. Desregulación.
10. Derechos de propiedad y seguridad jurídica.

Como sostiene el refrán popular: “del dicho al hecho hay mucho trecho”; una cosa fue el consenso teórico y otra la forma en que cada país puso en práctica estas medidas o en que cada organismo internacional las asumió y buscó impulsarlas vía cláusulas de condicionalidad. En cuanto a las críticas, es cierto que el consenso no incluía una respuesta para todos los problemas importantes de las economías latinoamericanas (por ejemplo, la estabilización de la inflación o el desarrollo de sectores de población rezagados) y también es cierto que las políticas propuestas por Washington no siempre eran aplicadas de la misma manera en la economía norteamericana (acusación de doble estándar). Pero, por otra parte, la forma en que los gobiernos latinoamericanos las aplicaron generó problemas en cuanto a la secuencia y profundidad de los cambios, así como también a la negociación del suficiente respaldo político y social para estas medidas.[8]

El economista Joseph Stiglitz es una de las voces más destacadas de la corriente que sostiene que el Consenso, aplicado “a rajatabla” en un ambiente institucional débil, no contribuye a un funcionamiento más eficiente del mercado, sino quizás a todo lo contrario. Y sus efectos negativos impactan más fuertemente sober los segmentos más vulnerables de la población. De acuerdo con Stigltiz, los mercados eficientes requieren –además de esas 10 medidas- regulación fiscal, políticas de competencia, transmisión de tecnología, políticas de transparencia y lucha contra la corrupción, un correcto secuenciamiento de las medidas y la adaptación de la receta a la realidad de cada país. La experiencia del Sudeste Asiático, incluso después de la crisis del ’97, revela que el crecimiento puede alcanzarse por distintos medios, no necesariamente “apartando al Estado del camino”.

En las postrimerías de la década del ’90 comenzó a delinearse una lista de objetivos e instrumentos de política económica que debían incorporarse; aunque aún estamos lejos de hablar del surgimiento de un nuevo consenso:
· Control estricto de la inflación elevada pero tolerancia con una baja inflación controlada en un contexto de expansión o crecimiento.
· Analizar con cuidado la definición de “déficit óptmo” y poner el foco en la sustentabilidad (¿a qué gasto se está aplicando? ¿va a producir un retorno de la inversión en el futuro? ¿cómo se está financiando: deuda externa, interna o ambas? ¿qué puede pasar con las fuentes de financiamiento en el futuro y cómo se está preparando el país para estos cambios?). Diferenciar el déficit del presupuesto y el de la cuenta corriente.
· Morigerar los ciclos económicos y promover la estabilidad. Esto implica cierta regulación sobre los mercados financieros, en particular sobre los flujos globales de corto plazo (especulativos). Reformar el sistema financiero promoviendo la transparencia, seguridad, solidez, protegiendo a los consumidores y promoviendo el acceso de los menos favorecidos al capital. La clave está en la construcción del marco regulatorio adecuado.
· Combatir el desempleo.
· Estimular la competencia a través del libre comercio (progresivo, controlado y estratégico; seleccionando sectores competitivos e incentivando a los particulares y las empresas para prepararse y desempeñarse en dichos sectores), la privatización con adecuada estructura legal y controles, adaptando la estructura regulatoria y las políticas de competencia en sectores no tradicionales, utilizando eficientemente los recursos del gobierno para complementar los del mercado (proveer bienes públicos, atender a fallas de mercado).
· Mejorar la efectividad de los gobiernos, porque un gobierno efectivo es fundamental para lograr un desarrollo multi dimensional (educación, política ambiental, inversión en tecnología y participación social).


5. Indicadores y tendencias

El mapa económico global se ha modificado en gran medida debido a los factores previamente enumerados. La tradicional división del mundo capitalista en centro desarrollado y manufacturero, y periferia subdesarrollada y proveedora de materias primas ha perdido vigencia. Las principales características del nuevo mapa geo-económico serían[9]:

· Volatilidad en las tendencias agregadas de la economía global: si bien la segunda mitad del s. XX mostró un crecimiento sin igual del producto global, al graficarlo se observa que la curva de tendencia tiene la forma de una “montaña rusa” con grandes picos de crecimiento y momentos de profundas contracciones. Las décadas de los ’50 y ’60 (la era dorada) fueron tiempos de crecimiento sostenido aunque con grandes disparidades entre países y sectores dentro de un mismo país. De los ’70 en adelante, el comportamiento de la economía se volvió más errático. En los ’90 la volatilidad se aceleró aún más: rápido crecimiento hasta 1994, crisis en 1994-1995, se retoma el crecimiento en 1996, crisis en 1997-1998, fuerte crecimiento hasta el estallido de la burbuja de las punto.com en 2000. La siguiente década tiene un comportamiento bastante similar. Junto a la volatilidad, otro elemento importante es la interconexión: el crecimiento y la crisis se “contagian” de una región a otra a través de diferentes mecanismos.

· Cambio en el mapa económico en términos de producción y comercio: durante la mayor parte de la segunda mitad del s. XX, el crecimiento estuvo empujado por el sector manufacturero y el grueso de esta actividad (más del 80%) se encuentra concentrada en no más de 20 países en su mayoría desarrollados (excepto Brasil y China). Sin embargo, entre los ’50 y los ’90 la participación relativa de las economías desarrolladas en la producción manufacturera declinó en comparación con la de las economías en desarrolló (éstas partían desde una base muy limitada). El comercio de manufacturas también creció rápidamente y, a finales de la década del ’70, el total de las economías en desarrollo ya exportaban más valor por manufacturas que por materias primas (cambio en la antigua división del trabajo). La situación de los países en términos de producción y exportación de manufacturas no es simétrica: algunos grandes productores, como USA, no exportan en el mismo nivel, mientras que otros productores medianos, del Sudeste Asiático, son los principales exportadores. Estas diferencias se pueden apreciar en los resultados de las balanzas comerciales de los países. El comercio de manufacturas suele darse a nivel de regiones y, dentro de éstas, los países tienen una tendencia a comerciar más con sus vecinos que con el resto del mundo. Las dos principales regiones comerciales son la UE y Asia Pacífico. En cuanto a los servicios, éstos crecieron –en un primer momento- para acompañar el crecimiento del comercio de bienes (transporte, financiamiento, seguros, comercialización), pero luego adquirieron una dinámica propia. Los sectores de servicios representan una proporción cada vez mayor de las economías nacionales (más de 60% en países industrializados y más del 40% en los otros), aunque también varía en gran medida el tipo de servicio en relación al nivel medio de ingresos del país (calificados o no calificados). Si bien muchos servicios no son transables (por ejemplo los servicios personales o sociales), los que si lo son (telecomunicaciones, finanzas, management, publicidad, consultoría) han tenido un rápido crecimiento en su comercio. La exportación de servicios está mayormente concentrada en Norteamérica y la UE; en menor medida en Asia (tanto China como el resto de Asia Pacífico y la India). Si combinamos la producción y comercio de manufacturas y servicios, observamos una posición de liderazgo de la UE (con grandes disparidades a su interior) y USA, el surgimiento de países muy dinámicos en Asia (Japón, “tigres y dragones” y China), la debilidad relativa de las economías de América Latina, la irrelevancia de la mayoría de las economías africanas y el fortalecimiento de varias economías de Europa del Este y al ex URSS.

· Cambios en la dirección y magnitud de la inversión extranjera directa: la IED se ha incrementado en escala y complejidad. Hasta mediados de los ’80 había una relación clara entre IED y comercio, pero de allí en más la relación parece romperse. La IED ha crecido desproporcionadamente en relación al comercio y esto se explica por la expansión de las empresas transnacionales (comprar o establecer sucursales es una forma de IED) y el crecimiento del comercio intra-empresa (representa más de 1/3 del comercio internacional total)[10]. Los flujos de IED están mayormente controlados por países desarrollads (son los principales mercados de origen y destino de las inversiones); aunque cada vez más estas inversiones se dirigen a ciertos mercados en desarrollo. Además, algunas de estas economías (Cono Sur, China y Sudeste Asiático, Sudáfrica) se han convertido en importantes inversores en terceros mercados. Para algunas economías, la IED es responsable de más del 50% de su PBI (Irlanda, Países Bajos, Singapur, Malasia, Chile). En términos de sectores, la IED se dirige mayormente a sectores de alta tecnología, consumo masivo, electrodomésticos y vehículos, servicios financieros, servicios vinculados al comercio y telecomunicaciones.

· Surgimiento de nuevos niveles de relevancia económica, por encima y por debajo del Estado Nación: a nivel global o macro no ha perdido vigencia el concepto de tríada elaborado por Kenichi Ohmae en los ’70 y actualizado por Barbara Stallings y Lester Thurow en los ‘90. Norteamérica, Europa Occidental y el Sudeste asiático concentran más del 80% de la producción y las exportaciones manufactureras. Con la globalización, el nivel de concentración de la economía en estas tres regiones se ha incrementado. En el nivel micro o subnacional cobran importancia los clusters (concentración en una o varias localidades adyacentes de un gran número de empresas pertencientes al mismo sector económico o que se brindan servicios complementarios). Éstos suelen coincidir con las grandes urbes o con zonas que han sido desarrolladas a través de políticas específicas de incentivos (zonas francas en lugares alejados, maquiladoras en frontera). En el nivel intermedio encontramos los clusters y corredores que atraviesan las fronteras, en parte vinculados con procesos de liberalización económica regionales o de integración. Más allá de estos nuevos niveles de análisis que se agregan, el nivel nacional continúa siendo relevante. Los Estados y las empresas transnacionales conviven en una compleja relación de conflicto y cooperación a lo largo de distints ejes. Los Estados nación continúan proveyendo bienes útiles para las empresas: cultura, prácticas, instituciones, regulación (de la producción, el comercio y la inversión), promoción de sectores o actividades, desarrollo de bloques económicos regionales.

Castells complementa este análisis con otras variables[11]:

· Gestión integrada de capitales a través de mercados financieros operando en tiempo real: las nuevas tecnologías permiten el movimiento de capitales de corto plazo a través de las fronteras rápidamente. Las finanzas conforman una red interdependiente que, vía la interconexión de las monedas entre sí, enlazan a las economías nacionales. Los flujos de capitales se vuelven globales y, en cierto punto, se distancian de los resultados de la economía real.

· Bajo nivel de integración de los mercados laborales: excepto por un segmento mínimo de ejecutivos, profesionales y científicos, los mercados laborales continúan siendo nacionales. Las empresas transnacionales pueden promover esta integración a través de la relocalización de sus empleados y su rotación; también pueden demandar trabajo de otros países. En forma espontánea, los trabajadores también se mueven (por vías legales e ilegales), pero los Estados mantienen bastante restringido y controlado este flujo.

· Segmentación de la economía global: la integración de mercados y procesos no abarca a todos los países ni a todos los sectores dentro de éstos, sino que se trata de un proceso marcadamente excluyente. Gran parte de la sociedad global no trabaja en ni compra de la economía global. Países enteros o grandes segmentos poblacionales dentro de otros se están convirtiendo en irrelevantes en la nueva división internacional del trabajo y el consumo, motivo por el cual se encuentran socialmente excluidos. Profundizaremos más este tema cuando abordemos la cuestión del desarrollo.



Lecturas recomendadas

CFR's Global Governance Monitor // Finance

CASTELLS, Manuel (1998) The Information Age: Economy, Society and Culture. Vol. I. Blackwell Publishers. UK. Cap. “The Informational Economy and the Process of Globalization”.

DICKEN, Peter (2003) Global Shift. Transforming The World Economy. Sage Publications. London. Cap. 3 y 5.

FERRER, Aldo (2000) De Cristóbal Colón a Internet. América Latina y la Globalización. Fondo de Cultura Económica. Buenos Aires.

STIGLITZ, Joseph (1998) “Más instrumentos y metas más amplias para el desarrollo. Hacia el consenso Post Washington” en Desarrollo Económico, vol. 38 Nº 151.

WILLIAMSON, John ed. (1990) Latin American Adjustment: How Much Has Happened? Institute for International Economics,U.S. Cap. “Introduction”.


[1] FERRER, Aldo (2000) De Cristóbal Colón a Internet. FCE. Buenos Aires. Pág. 14-15.
[2] CASTELLS, Manuel (1998) Op. Cit. Cap. “The Informational Economy and the Process of Globalization”. Pág. 66-67.
[3] CASTELLS define a la economía global como aquella con la capacidad de trabajar como una unidad en tiempo real en una escala planetaria. Ibíd. Pág. 92.
[4] CASTELLS, Manuel (1998) Op. Cit. Cap. “The Informational Economy and the Process of Globalization”. Pág. 66.
[5] La idea de la “competitividad” nacional es defendida por algunos autores (por ejemplo, Michael Porter) y atacada por otros (por ejemplo, Paul Kurgman) que sostienen que el comercio internacional no es una situación de suma cero, que por menos competitivo que sea un país no por eso desaparece como si fuera una empresa, y que la evidencia empírica no demuestra competencia de forma sostenida. Entre los defensores del concepto, algunos van más allá y hablan –por ejemplo- de la “marca país” o “nation branding”, el proceso pro el cual los gobiernos procuran mejorar la imagen y reputación de sus países optimizando su posicionamiento para atraer turismo, inversiones y nuevos negocios. TESLIK, Lee Hudon (2007) Nation Branding Explained. CFR. Para saber más sobre este concepto puede consultarse el Nation Brands Index, desarrollado por Simon Anholt y Global Market Insite (http://www.simonanholt.com/?gclid=CLPnyuGxxJoCFQVfFQodmgz-sA).
[6] Ibid. Pág.80 y siguientes.
[7] WILLIAMSON, John () Latin American Adjustment: How Much has Happened? Introduction.
[8] STIGLITZ, Joseph (1998) “Más instrumentos y metas más amplias para el desarrollo. Hacia el consenso Post Washington” en Desarrollo Económico, vol. 38 Nº 151.
[9] DICKEN, Peter (2002) Global Shift. Cap. 3 y 5. Sage Publications. London.
[10] Es importante tener en cuenta que no sólo influye en esto la existencia de empresas transnacionales sino también de lo que Reich denomina “la empresa red”, consistente en una compleja red de alianzas estratégicas, cooperación ad hoc por proyectos, uniones transitorias, redes de proveedores, etc. CASTELLS, Manuel (1998) Op. Cit. Cap. “The Informational Economy and the Process of Globalization”. Pág. 96.
[11] CASTELLS, Manuel (1998) Op. Cit. Cap. “The Informational Economy and the Process of Globalization”.

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