4/5/09

Ficha 11: Crimen organizado transnacional

1. Introducción: crimen y globalización

Durante mucho tiempo, cuando se analizaban las actividades criminales, esto se hacía en un contexto doméstico, como un asunto policial. Hoy en día, diversos factores han determinado que el crimen organizado se trasnacionalice y se convierta en un asunto global con renovados impactos para la estabilidad doméstica. De hecho, el crimen organizado transnacional (COT) se ha convertido en una de las principales amenazas a la seguridad global.

Para dar una idea de la magnitud de esta amenaza y de los recursos con los que cuenta, basta mencionar que el “producto bruto criminal” asciende a 800.000 millones de dólares y equivale al 15% del comercio lícito mundial. Sólo la economía de la droga representa el 8% del comercio mundial”
[1].

El COT como actividad económica es una de las que más ha prosperado en las dos últimas décadas de globalización, por una serie de motivos:
· La actividad financiera genera una proporción importante y creciente del PBI de los países.
· Finanzas y crimen organizado se sustentan mutuamente (el dinero sucio utiliza los mismos canales que las finanzas limpias y ambas actividades se valen de la supresión de reglamentaciones y controles estatales).
· La globalización trajo aparejada la desregulación, que permitió un crecimiento vertiginoso de la actividad financiera lícita e ilícita.
· La globalización comercial redujo el control fronterizo en el comercio promoviendo una rápida integración de los mercados sin la consiguiente integración de los gobiernos y sistemas de control. La cantidad de contenedores que cruzan las fronteras hace que sea materialmente imposible controlarlos en forma exhaustiva, y como cada país de origen tiene diferentes reglas, la posibilidad de que las organizaciones criminales se aprovechen de esta asimetría es inmensa (ejemplo: diferentes normas para el control del comercio de efedrina entre Argentina y México, aquí la ley 26.045 que obligaba a registrar a los importadores y exportadores de efedrina estaba sin reglamentar desde 2005).
· Las organizaciones criminales se adaptaron a la libre circulación de dinero, bienes y personas empleando todos los beneficios de los avances tecnológicos en materia de comunicación y transporte.
· La economía legal y criminal están íntimamente relacionadas: las actividades ilícitas encontraron medios para transformarse rápidamente en redes totalmente legales, se comunican con los mercados financieros, se ocultan tras una fachada de sociedad anónima en una perfecta legalidad aparente, se apoyan en empresarios, intermediarios, abogados y políticos.
· Los desafíos que enfrentan los Estados y los han debilitado, han abierto nuevos espacios para el accionar del COT y han dado lugar al surgimiento del “complejo político-criminal”. Desde la reducción de los presupuestos gubernamentales (Consenso de Washington) que ha limitado los recursos para combatir el COT hasta el fenómeno de los Estados fallidos, pasando por la implosión de la URSS (destapa conflictos latentes, deja inmensos arsenales y depósitos sin control) son todos factores que contribuyeron a este fenómeno. La disparidad entre los recursos que mueven las organizaciones criminales y los gobiernos complica aún más la capacidad de lucha de éstos.

A modo de resumen, Moisés Naim
[2] sostiene 3 tesis sobre la naturaleza del COT:
1. El COT en todas sus formas está en ascenso.
2. La economía oculta o ilícita se relaciona con la economía abierta y legal.
3. La economía oculta o ilícita mueve tanto dinero que está afectando a la política y a la economía globales.

Y también realiza tres advertencias importantes a la hora de pensar en políticas de lucha contra el COT:
· Si bien el contrabando y el tráfico ilícito siempre existieron, los cambios de la globalización han debilitado la capacidad de los gobiernos de controlar sus fronteras y la capacidad de “comerciar con el mundo” ha hecho que el incentivo económico a burlar las leyes sea mayor.
· El comercio ilícito no es solamente crimen, sino que es capaz de alterar instituciones y de incidir en la distribución de poder.
· La idea de que el comercio ilícito es subterráneo o está confinado a localidades “off shore” es falsa y engañosa; lo ilícito está interrelacionado con nuestros hábitos de consumo lícitos (por ejemplo cuando consumimos entretenimiento o software pirata que no ha pagado derechos de propiedad intelectual).


2. Conceptualizando al COT

El Convenio de las Naciones Unidas contra el Crimen Organizado Transnacional, que entró en vigor en el 2003, proporcinona una definición de grupo delictivo organizado: “un grupo estructurado de tres o más personas que existe durante cierto tiempo y que acta concertadamente con el propósito de cometer uno o más delitos graves o delitos tipificados en la convención con miras a obtener, directa o indirectamente, un beneficio económico u otro beneficio de orden material”.

Este tipo de crimen es transnacional porque se comete en más de un Estado, o porque cometiéndose en un solo Estado su preparación, planificación, dirección o control se hace en otros; entraña la participación de un grupo delictivo que tiene actividad en más de un Estado; o tiene efectos sustanciales en otros Estados.

La forma que habitualmente empleábamos para categorizar al COT era por el objeto de tráfico: la esclavitud y el tráfico de personas, el narcotráfico, el tráfico de armas, el tráfico de “conocimientos” (vinculado a la fuga de cerebros que contribuye a la proliferación de ADM), el blanqueo de dinero y la evasión, la falsificación de productos varios, el tráfico de obras de arte, el tráfico de piedras preciosas, el tráfico de especies en peligro, etc. También había una categorización que se basaba en la nacionalidad de los actores que históricamente habían desarrollado la actividad, a saber: la mafia italiana, la mafia rusa, la yakuza japonesa, la tríada china, los carteles colombianos.
[3]

Sin embargo, muchos autores han comenzado a considerar que estas formas de categorizar el COT son obsoletas frente a la realidad actual en la que cualquier cosa se vende y se compra con facilidad en el mercado global, las organizaciones criminales adoptan una forma de red que entremezcla grupos y nacionalidades y combina el tráfico de diferentes productos.

Entre las principales características del COT actual encontramos:
· La ausencia de una jerarquía rígida en las organizaciones (se trata mayormente de redes descentralizadas).
· La ausencia de control por parte de un líder concreto (son agentes, células).
· La falta de adscripción nacional (si bien la comunidades nacionales pueden servir de base para ciertas etapas o instancias de la actividad criminal).
· La internacionalización de las transacciones.
· La importancia de los intermediarios en el circuito del crimen.
· La vinculación de los diferentes tipos de tráfico entre sí y con el lavado de dinero.

Tokatlián
[4] afirma que hay condiciones necesarias para definir al COT en el s. XXI:
Demanda global de productos prohibidos.
La existencia del capitalismo desregulado que permite la oferta libre de bienes y servicios.
La búsqueda de la maximización de oportunidades y la minimización del law enforcement por parte de las redes criminales (“deslocalizan” su producción y se ubican donde más les conviene).
El COT no se restringe al mundo de lo ilícito. No sólo entra al mundo de lo lícito del mercado, sino también del sector público
El apego al status quo, porque las organizaciones criminales (a diferencia de las terroristas) no buscan un cambio sistemático o estructural de la sociedad.
Los criminales son pragmáticos y tienen poco apego a las ideologías. Aunque muchas veces la ideología o la religión pueden ser parte de la justificación frente a ciertos actores.


3. El COT como amenaza

De acuerdo con Naim, el COT es hoy una amenaza más peligrosa que nunca, ya que evolucionó y se adaptó a la globalización. Se trata de más que mera delincuencia porque está verdaderamente transformando el sistema internacional: invirtiendo las reglas, creando nuevos agentes y reconfigurando el poder en el plano económico y político.

De hecho, los negocios ilegales tiene un gran impacto en la economía mundial. Las ganancias generadas por estas actividades representan el 4% del PBI mundial, según Antonini. Esto trae como consecuencia un aumento de la capacidad de corromper y cooptar los sistemas de gobierno y una necesidad cada vez mayor de legitimación de las ganancias generadas ilegalmente a través de operaciones de lavado de dinero (inversiones varias, compra de medios de comunicación, empresas de transporte, desarrollos inmobiliarios, etc). Por lo tanto, con la proliferación del crimen transnacional no sólo nace y se fortalecen células en la economía subterránea, sino que también se distorsiona la economía formal.

Es importanet tener en cuenta que el comercio ilícito no es un fenómeno enteramente sumergido, sino que vive y se nutre del mundo de lo lícito. Tengamos en cuenta que el comercio ilícito puede alterar negativamente a la economía lícita, pero también pueden ser funcionales uno al otro (usando los mismos canales de coemrcialización y dstribución, los mismos circuitos financieros, los lugares físicos, etc. La misma maquila o fábrica china que produce ropa ordinaria barata puede fabricar imitaciones ilegales de indumentaria de marca. El mismo container que lleva fruta congelada puede contener armas). Por eso, se necesita una nueva forma de concebir la amenaza y las respuestas a la misma. De hecho, a partir del 11 de Septiembre se abrió una ventana de oportunidad porque el atentado permitió visualizar “el increíble poder que hoy reside en las manos de una clase de entidad internacional, completamente nueva, intrínsecamente apátrida y profundamente escurridiza”
[5].

Las redes ilícitas tienen estrechas relaciones con el sector privado y el público, que van más allá de los meros sobornos y compra de funcionarios. En muchos lugares, los criminales no se ocultan y hasta desafían a las autoridades (quizás no tienen el nivel de exposición que tenían, por ejemplo, los narcos colombianos como Pablo escobar Gaviria). Ellos crean complejas estructuras de compañías ubicadas en diferentes jurisdicciones difíciles de rastrear para ir borrando sus huellas y operar con tranquilidad. Esto sumado a que muchas veces el crimen transnacional implica a las mismas personas que el comercio lícito (proveedores, transportistas, financistas), conlleva que los delitos del COT resulten de difícil detección y no se encuentren fácilmente formas de atacarlo.

En relación a esto último, resulta de interés el concepto de complejo político – criminal desarrollado por Godson, que alude a la colaboración sistemática del establishment político (de seguridad y burocrático) con el submundo criminal. Esta asociación representa una amenaza para las instituciones porque debilita el imperio de la ley, los derechos humanos y la posibilidad de desarrollo económico.

El complejo político-criminal se trata de la relación entre dos grupos, en principio distintos pero que pueden llegar a fusionarse y a condicionar la adopción de importantes políticas con impactos que trascienden las fronteras (por ejemplo, las políticas sobre control del lavado de dinero, la calidad de los controles en fronteras, la facilidad o dificultad para constituir sociedades anónimas, las reformas a los códigs penales, hasta la designación de candidatos para los principales puestos ejecutivos, legislativos o judiciales). Los criminales buscan protección y acceso a oportunidades de beneficio, como licitaciones o contratos públics. En algunos casos también buscan movilidad social y status ascendente. Los políticos, por su parte, buscan financiamiento (para motivos personales o para campañas) o están coaccionados (amenazas a ellos o sus familias).

Los criminales recurren frecuentemente a la violencia y la intimidación, pero cuando además cuentan con los aparatos y la estructura del Estado a su servicio, la situación es mucho peor. Si las fuerzas de policía, seguridad e inteligencia actúan al servicio o en complicidad con los criminales, la población queda inerme y pierde la confianza en las instituciones que deberían protegerla (tanto éstas, como la justicia o las elecciones). En esta situación, la gobernabilidad del Estado puede deteriorarse fuertemente y crear vacíos de poder o zonas de impunidad desde donde los criminales pueden actuar regional o transnacionalmente, produciendo impactos en países con instituciones sólidas y muy alejados (por ejemplo a partir de las redes de tráfico de drogas o el contrabando de ADM).

ESTUDIO DE CASO: tráfico de personas
[6]

El tráfico de personas es una de las formas más aberrantes de comercio ilícito internacional debido a su relación con violaciones sistemáticas a los derechos humanos. Sin embargo, adoptar un enfoque estrictamente moral o jurídico opaca elementos importantes de un análisis integral conducente a la formulación de políticas públicas globales efectivas. Por eso, es recomendable analizar las diversas manifestaciones del fenómeno, sus impactos económicos y políticos, y finalmente analizar las políticas aplicadas.

Este ilícito es un fenómeno muy antiguo (recordemos las fuertes disputas en las que se vieron envueltos el Reino Unido y Portugal en los s. XVIII y XIX en relación al comercio de esclavos de África, América y Asia) pero que ha cobrado una renovada visibilidad dada la magnitud del ilícito y la conciencia de que se ha hecho poco para solucionarlo. En los ’90, la problemática migratoria pasó de ser una cuestión doméstica o bilateral para convertirse en una perocupación global.

Acercándonos a la época actual, uno de los hitos en el desarrollo de este comercio fue el accidente del carguero Golden Venture (07-06-1993) frente a las costas de New York. Este buque de bandera hondureña transportaba más de 300 emigrantes ilegales de Fujian (una de las provincias chinas que expulsa mayor cantidad de emigrantes ilegales). Casi la mitad de ellos saltó al agua e intentó desesperadamente nadar hasta la costa para no ser apresados por la guardia costera. Seis de ellos murieron y, con este trágico hecho, la opinión pública global tomó conciencia del incremento exponencial del tráfico de personas.

El mundo actual ofrece múltiples motivos que impulsan a las personas a emigrar ilegalmente: crecimiento demográfico, deterioro del medioambiente, descenso del nivel económico y social, contracción de los mercados de trabajo formales y los sistemas de seguridad social en los países en desarrollo, conflictos externos expulsores de población, el “efecto demostración” de los niveles de vida en otras partes del mundo, la profundización de la brecha entre ricos y pobres, etc. Además hay múltiples facilidades para los traficantes: los avances en comunicaciones, el abaratamiento de los transportes, la complicidad de las autoridades en los países de origen, etc. Y esta situación plantea un renovado desafío para los mecanismos de gobernanza de la comunidad internacional.

El panorama de los movimientos poblacionales internacionales cambió en los últimos 50 años. Hoy en día tenemos más de 60 países emisores de migrantes (contra menos de 30 medio siglo atrás) y casi 70 países receptores (contra 39 en la década del ’70). Los destinos preferidos siguen siendo los mismos: Estados Unidos, Canadá, Europa Occidental, los países árabes productores de petróleo y Sudáfrica en el continente africano. Si bien las migraciones por motivos económicos siguen las tendencias proyectadas hace tiempo atrás, las migraciones forzadas por motivos políticos se han disparado. El 90% de los refugiados proviene de países del mundo en desarrollo y 90% de ellos se queda en otros países del mundo en desarrollo.

Como afirma Ethan Kapstein “cuando la mayoría de la gente piensa en la esclavitud –si es que alguna vez piensa en ello-, probablemente supone que fue erradicada en el s. XIX. Lamentablemente, esto está muy lejos de ser verdad. La esclavitud y el comercio global de personas siguen creciendo hasta el día de hoy; de hecho, es probable que se trafiquen más seres humanos contra su voluntad a través de las fronteras ahora que en el pasado”.

Siguiendo a Naím podemos identificar dos fenómenos diferentes: el contrabando humano (el emigrante desea salir de su país y paga al contrabandista por el viaje) y el tráfico humano (el traficante engaña o coacciona al emigrante con falsas promesas -de trabajo, de costos del viaje, etc- y se vincula con otros criminales que asumen las restantes etapas del traslado). Las dos prácticas se entremezclan y asemejan. En resumidas cuentas, lo significativo es “la existencia de un comercio al por mayor especializado en el envío a largas distancias de grandes cargamentos de seres humanos, y que maneja asombrosas cantidades de dinero” (Naim, 2006: 115).

Según datos de diversas instituciones:
El comercio ilegal de personas mueve entre 5.700 y 8.000 M de euros al año).
4 M de personas son contrabandeadas a través de la frontera cada año.
Desde el descubrimiento de América hasta la abolición de la esclavitud (más de 400 años) 12 millones de esclavos africanos fueron traficados a través del Atlántico. En los últimos 10 años, 30 millones de mujeres y niños han sido traficados en el sudeste asiático.
En un día cualquiera hay hasta 30.000 emigrantes chinos escondidos en pisos francos de todo el mundo (...) y en Moscú puede llegar a haber (...) hasta 300.000 ilegales procedentes de Asia, África y Oriente Próximo aguardando para reemprender su viaje.

De todos los tráficos ilícitos, el de personas es el que menos se relaciona con el crimen organizado transnacional, ya que se trata –según Feingold- de un “crimen desorganizado”, entiendo por tal a diversas actividades minoristas interrelacionadas a través de laxos vínculos. Si bien Naím no comparte totalmente este diagnóstico, sí hace referencia a la vinculación de distintos personajes y organizaciones en las diferentes etapas de la “transacción comercial”:
· En términos de escala, podemos hablar del “coyote” que es el encargado de hacer cruzar la frontera a pequeños contingentes de personas y que puede no tener relación con los reclutadores en los países de origen o con los empresarios que reciben al emigrante ilegal y lo utilizan como mano de obra barata. El “coyote” es un mero intermediario que cobra por la entrega de un “paquete”.
· Un peldaño más arriba en la escalera se encuentran los “cabeza de serpientes”, organizaciones que subcontratan a los “coyotes” y operan un tramo más largo de la transacción o trabajan en diferentes regiones del globo.
· El actual tráfico de personas se asemeja más a lo que los chinos denominan “el dragón”, “una criatura larga con las distintas partes de su organismo estrechamente vinculadas” (Naím, 2006: 127). Hay redes de diferente tamaño y complejidad, que pueden dedicarse sólo a traficar personas o combinar ésta con otras actividades ilícitas: comercio de bienes de lujo falsificados, tráfico de drogas, falsificación de documentos públicos, etc.

La cantidad de operaciones necesarias para llevar el tráfico a término son tantas y en tan diferentes partes que ninguna organización puede hacerlas por sí mismas:
Reclutamiento en el lugar de origen (valiéndose de artimañas y mentiras: prometiendo colocaciones como modelos, institutrices o empleados; o simplemente ofreciendo el viaje a cambio de una paga).
Falsificadores de papeles (pasaportes, partidas de nacimiento, registros de conducir, DNI’s, e incluso citaciones judiciales o artículos periodísticos para darle más entidad a una identidad ficticia).
Transportistas (por mar, tierra o aire; con transportes normales o técnicamente modificados para esconder en su interior a grandes cantidades de inmigrantes).
Intermediarios como los coyotes.
Funcionarios públicos corruptos.
Locadores de departamentos o casas “francos” donde los emigrantes son retenidos en condiciones muy duras.
Empleadores de todo tipo.
Agencias de colocaciones.
Cambistas (para el envío de remesas a los familiares).

Las relaciones entre éstos pueden ser estables o simplemente elaborarse sobre el avance del viaje. Las travesías pueden durar meses e implicar paradas en varios puntos intermedios hasta llegar a destino: una de las rutas más comunes es la que va desde Medio Oriente o África a América del Sur o Central como turistas, de allí a México y finalmente a los Estados Unidos.

Uno de los elementos que permite organizar tan dispares operaciones es la confianza basada en la nacionalidad. Por eso, es común encontrar “mafias” especializadas en distintos tramos o destinos:
Coyotes mexicanos y sus contrapartes al otro lado de la frontera.
Yakuza japonesa involucrada en el tráfico sexual.
Mafias chinas especializadas en contrabandear personas desde Fujian a Estados Unidos.
Rusos y otros europeos del Este que organizan traslados de mujeres a Europa Occidental para luego retenerlas como prostitutas.
Clanes familiares marroquíes que manejan el comercio “patero” (emigrantes ilegales de África Subsahariana que buscan llegar a Europa cruzando el Mediterráneo en frágiles botes por una tarifa de entre 500 y 1500 euros. El organizador roba la lancha y recluta al conductor, le entrega un celular y un GPS y le promete el pago de 1500 euros si logra regresar de las islas Canarias sin ser apresado. El trabajador africano medio debe ahorrar cerca de 10 años para reunir el dinero del viaje).

De acuerdo con Mármora, el renovado ímpetu de las migraciones económicas y políticas ha generado un estado de “alarma” en diferentes países receptores, alentado por mensajes de medios de comunicación y políticos. Los principales temores son la desocupación, la dificultad de integración cultural (la pérdida de la identidad nacional), la saturación de los servicios públicos, la delincuencia y el terrorismo. Sin embargo, la mayor parte de los estudios empíricos en países receptores ha demostrado que estos temores son infundados.

Finalmente, la desconexión entre la liberalización de economía y finanzas –por un lado- y la regulación del movimiento de personas –por el otro- ha determinado que la migraciones se vuelvan cada vez más indeseables en términos políticos pero cada vez más atractivas para los mercados de trabajo informales; estando condenadas cada vez más a la ilegalidad. Mientras las migraciones masivas de fines del s. XIX y principios del s. XX respondían a una corrección de desequilibrios (excedente de población en Europa y escasez en ex colonias en crecimiento y con necesidad de mano de obra); hoy en día responden a un desequilibrio en la distribución de la riqueza sin miras de corrección inmediata.

ESTUDIO DE CASO: Viktor Bout mercader de la muerte
[7]

Viktor Bout nació en Tayikistán en 1967 y fue apresado en Tailandia en 2008. Sus actividades criminales, en cierta medida, inspiraron la película “El Señor de la Guerra”.

Comenzó a traficar con armas después del derrumbe del bloque soviético que dejó inmensos arsenales y depósitos de equipo militar bajo una supervisión y control muy deficientes.

Sus actividades comerciales estaban guiadas por el interés económico (el lucro), no la ideología. En las guerras civiles africanas proveía a ambos bandos en conflicto y le vendió armas a grupos repudiados por toda la comunidad internacional como los talibanes y Al Qaeda.

Comerciaba con armas livianas y de guerra esquivando toda clase de normas y embargos y encubriéndose bajo una fachada de flota de transporte aéreo legal. Para eso adquirió aviones soviéticos en desuso y los transformó en una flota comercial. Ésta fue incluso usada –inadvertidamente- por USA y UK para transportar equipo militar a Irak.

Como señala Naim, lo legal y lo ilegal se entremezclan: sus aviones llegaban, por ejemplo, a Liberia cargados de AK47 para rebeldes de Sierra Leona y volvían llenos de diamantes con los que Charles Taylor (presidente de Liberia) pagaba por las armas. Luego, Bout introducía estos diamantes en el circuito de comercio legal. Algo similar hacía en Colombia: proveía a las FARC de armas, a cambio le pagaban con drogas. Él las introducía en los mercados occidentales y con el dinero que generaba realizaba inversiones en actividades lícitas.

El comercio de armas pequeñas y livianas genera más de un billón de dólares al año.

El éxito de Bout derivó de su habilidad de llevar las armas a donde otros no llegaban, incluyendo países bajo embargo (Angola, Sierra Leona y Liberia). Mientras que los Estados tienen la obligación de cumplir con los embargos que imponen las Naciones Unidas, la comunidad internacional no tiene la capacidad ni el mandato para perseguir a quienes violan estas disposiciones a través de diferentes fronteras, ni a los traficantes que se aprovechan de los agujeros en la legislación, la falta de aplicación o la deficiente cooperación.

ESTUDIO DE CASO: Narco Estados en África Occidental
[8]

África Occidental se ha convertido en un destino atractivo para las redes de delincuencia internacional y, en asociación con las redes locales, comienza a surgir un nuevo modelo de criminalidad.

África Occidental y Central presentan Estados (Sierra Leona, Guinea Bissau, Liberia, RDC, República Centroafricana, Costa de Marfil, Guinea, Togo, Mauritania) con situaciones de debilidad crónica: malas condiciones socioeconómicas, bajos índices de desarrollo humano, conflictos internos (alentados por múltiples etnias, disponibilidad de recursos naturales como petróleo o piedras preciosas), fronteras porosas, gobiernos ineficaces y corruptos, cultura de impunidad, incapacidad de las fuerzas estatales para garantizar la seguridad de la población, etc. En este contexto, el recurso a actividades delictivas se presenta como una oportunidad para romper el círculo de la pobreza, mientas que las posibilidades de ser atrapados y castigados son muy bajas. Por otra parte, las prácticas de corrupción (de las que también sacan partido grupos criminales organizados de países occidentales) no sólo son moneda corriente, sino que están institucionalizadas.

Estos países son centros para la distribución de drogas a todo el mundo occidental: por barco desde los puertos poco controlados y por vía aérea utilizando a portadores “descartables” con documentos falsos (principalmente usado para tráfico de heroína). Poco a poco, también se han ido convirtiendo en países de consumo de los “restos” de la droga: asociada a los conflictos militares (los niveles de adicción a la mezcla de crack-cocaína y pólvora en niños-soldado son muy elevados). Y, también, el narcotráfico ha abierto las puertas a otros tipos de crímenes: el tráfico y la trata de peronas (mujeres y niños explotados como trabajadores esclavos o sexuales y exportados a Europa, Oriente Próximo y la Península Arábiga. Los puertos son puntos de parada y reabastecimiento para los barcos que trasladan inmigrantes ilegales). Las mismas rutas del narcotráfico son usadas para traficar artículos pirateados, falsificaciones y hasta armas livianas.

Las redes criminales que manejan este comercio ilícito se organizan imitando a las redes nigerianas (fragmentadas, alianzas cambiantes, debilidad de los lazos étnicos, bajo perfil, combinación de varias actividades criminales en su “cartera de productos”, recurso a la violencia en última instancia, se asemejan a un empresario que comienza a sumar una red de socios y los eslabones más alejados de la cadena apenas conocen al titular, los “socios” menores trabajan por “proyectos” y no son empleados estables de la organización) que pudieron prosperar en un contexto anárquico como el africano.

Un caso paradigmático es el de Guinea Bissau, donde el narcotráfico está creciendo y el negocio vinculado a la cocaína ya equivale al producto bruto lícito del país. Los flujos de droga, procedente de Latinoamérica, se benefician de la posición costera de G-B con más de 50 islotes deshabitados en muchos de los cuales hay pistas aéreas dejadas por los portugueses. El gobierno no posee recursos tecnológicos (radares) ni económicos para controlar los vuelos y se sospecha que el ejército está involucrado en el tráfico. El destino final de la droga son los países europeos, y se emplean las mismas rutas terrestres y marítimas que para traficar personas, sumando a esto el empleo de mulas que viajan en avión.

4. Conclusiones y políticas


El crimen transnacional funciona en redes descentralizadas, atomizadas y de fácil adaptación a los cambios. Los Estados, en cambio, disponen de una estructura burocrática, jerárquica, donde los cambios son más lentos. Asimismo, el Estado enfrenta ciertas limitaciones, como la necesidad de rendir cuentas al electorado, limitaciones presupuestarias y fronteras nacionales.

Frente a estas limitaciones, la respuesta inmediata de los gobiernos o la acción internacional frente al COT es atacar la oferta que da origen a estas actividades. El gobierno interviene poniendo trabas que, si bien constituyen costos para los productores, no son suficientes para desincentivar la producción y mucho menos el consumo de los productos en cuestión.

Para dar una respuesta comprehensiva a la amenaza, Naim propone centrarse en los siguientes puntos:
Lo que impulsa el comercio ilícito no es la inmoralidad de los criminales sino las elevadas ganancias que pueden percibir. No es conveniente ver a los actores del comercio ilícito como los “malos” y al resto como los “buenos”, precisamente por la interrelación entre ambos mundos.
El COT es un fenómeno político, en parte porque es necesaria la cooptación del sistema para el éxito de las actividades ilícitas, y en parte porque las medidas para combatirlo son medidas políticas.
El COT tiene más que ver con las transacciones que se realizan que con los productos que se comercian. Es importante ver los diversos componentes del crimen trasnacional en función del papel que representan en la cadena de valor y no por el tipo de producto traficado. De hecho, lo más común es que junto con el comercio ilícito de cierto producto se comercialice otro (por ejemplo drogas y armas, o personas). Asimismo, el comercio de cualquier producto es muy probable que derive en el blanqueo de dinero o en la evasión fiscal.
El comercio ilícito no puede existir sin el lícito.
Atender la amenaza del comercio ilícito atañe la acción coordinada y conjunta de todos los actores sociales
Los gobiernos no pueden actuar solos frente a esta amenaza pero son necesarios para el combate de la misma: otorgan presupuestos, misión y ámbito de acción a determinados organismos públicos que pueden combatir la amenaza.

Lo importante, según Naim es tener objetivos realistas y menos ambiciosos en la lucha contra lo ilícito. Es necesario tomar medidas de liberalización de ciertos crímenes transnacionales cuando estas medidas reduzcan el valor o la ganancia para los traficantes y al mismo tiempo reduzcan el daño para la sociedad. Asimismo, es necesaria la acción y cooperación multilateral selectiva y efectiva.



Bibliografía recomendada


NAIM, Moisés (2006) Ilícito. Longseller.

TOKATLIAN, J. G. (1999) Anotaciones en Torno al Crimen Organizado, la Seguridad Nacional y la Política Internacional en Relación al Tema de la Drogas Psicoactivas: Una Aproximación Conceptual a Partir de la Experiencia de Colombia. Documentos de Trabajo del Departamento de Humanidades de la Universidad de San Andrés. Bs. As.

ANTONINI Enrique (2001) “Crimen Organizado: su impacto en las economías mundiales”. Boletín ISIAE Año 4 No. 5. CARI marzo 2001.

GODSON, Roy (2005) “Transnational Crime, Corruption and Security” en BROWN, Michael ed. (2005) Grave New World. Georgetown University Press. Washington D.C.

Resolución aprobada por la Asamblea General. Convención de las Naciones Unidas contra la Delincuencia Organizada Transnacional


[1] Foreign Policy. http://www.foreignpolicy.com/story/cms.php?story_id=3270
[2] NAIM, Moisés (2006) Ilícito. Longseller.
[3] ANTONINI Enrique (2001) “Crimen Organizado: su impacto en las economías mundiales”. Boletín ISIAE Año 4 No. 5. CARI marzo 2001.
[4] TOKATLIAN, J. G. (1999) Anotaciones en Torno al Crimen Organizado, la Seguridad Nacional y la Política Internacional en Relación al Tema de la Drogas Psicoactivas: Una Aproximación Conceptual a Partir de la Experiencia de Colombia. Documentos de Trabajo del Departamento de Humanidades de la Universidad de San Andrés. Bs. As.
[5] NAIM (2006) Op. Cit. P. 23
[6] FEINGOLD, David (2005) “Depende: Tráfico de personas” en Foreign Policy en Español. Oct-Nov.
“Generación patera” artículo de La Nación, 9 de Diciembre de 2007.
MARMORA, Lelio (2004) Las políticas de migraciones internacionales. Ed. Paidós. Buenos Aires.
NAIM (2006) Op. Cit.
[7] STOHL, Rachel (2008) Merchant of Death arrested in Thailand. CDI.
[8] MAZZITELLI, Antonio (2006) El desafío de las drogas, el crimen organizado y el terrorismo en África Occidental y Central. Real Instituto Elcano.
HANSON, Stephanie (2007) In West Africa, Threat of Narco-States. CFR.

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